Emanuel Lasker, el reinado más largo de la historia del ajedrez

En el Olimpo de los grandes ajedrecistas de la historia, Emanuel Lasker ocupa, sin duda alguna, un destacado sitial. Campeón Mundial durante veintisiete años ininterrumpidos, hizo falta un talento de las dimensiones de Capablanca para arrebatarle el título. Pero su extraordinaria carrera jalonada de victorias, continuó sin mengua hasta mucho después de haber resignado el trono, pues incluso a una edad avanzada para un ajedrecista, siguió brillando esta súper estrella del juego ciencia a altísimo nivel, compitiendo en los primeros planos, de igual a igual, con otros grandes del tablero mucho más jóvenes que él, cosa que solamente unos pocos entre los verdaderamente grandes, como Smyslov y Korchnoi, han logrado hasta hoy.


Por Horacio Olivera

Emanuel Lasker nació el 24 de diciembre de 1868 en Berlinchen, en una provincia prusiana de Alemania (actualmente Polonia).

Lasker y su hermano, Berthold

Tempranamente sus padres advirtieron la facilidad del niño Emanuel para las matemáticas, por lo que a los doce años lo enviaron a estudiar a Berlín, acompañado de su hermano mayor, Berthold, que fue quien lo inició en los rudimentos del ajedrez. Sorprendido por la facilidad que el pequeño demostraba para el juego, Berthold comenzó a frecuentar con él los cafés de la ciudad donde se practicaba el juego. Al poco tiempo Emanuel jugaba por dinero y con buen éxito, por lo que hizo de la práctica un oficio que solventaba, cierto que con justeza, las alicaídas economías de los hermanos.

A los 20 años, ya ingresado en la Universidad de Berlín para estudiar matemáticas, ganó un torneo de la Unión Alemana de Ajedrez, en Breslau, y a partir de allí comenzaron a abrírsele las puertas del ajedrez de alto nivel. En su primer certamen de real categoría, Amsterdam 1889, Lasker ocupó un brillante segundo puesto, detrás del conocido jugador inglés Amos Burn, con quien empató en su partida individual. Pero ya en este temprano debut , dio muestras el alemán del virtuosismo táctico que sería una de las características principales de su juego: en la partida con el austríaco Johann Bauer realizó una combinación con doble sacrificio de alfiles sobre el enroque que, aún hoy, es mostrado como ejemplo  en cualquier libro o curso de táctica.

Su trayectoria comenzó a ser observada con atención por el mundo ajedrecístico. Enseguida después de Amsterdam derrotó en matches (modalidad en boga en esos tiempos) a los fuertes jugadores Von Bardeleben y Mieses, y en 1890 viajó a Londres para medirse con el famoso ajedrecista británico Henry Bird, a quien derrotó claramente. Dos años después, de nuevo en la capital de la Gran Bretaña, volvió a superar a Bird, e hizo lo propio, en forma por demás apabullante, con uno de los mejores jugadores de la época, el inglés Joseph “la Muerte Negra” Blackburne.

Tarrasch y Lasker

Considerando que sus logros sobre el tablero ameritaban la oportunidad de un encuentro con un maestro consagrado y de primerísimo nivel, lanzó un reto al mejor jugador de Alemania y uno de los principales a escala mundial: el Dr. Siegbert Tarrasch. Pero este sencillamente rechazó el desafío, alegando que quien lo retaba no había hecho méritos suficientes para jugar contra él. Varios años después, como veremos, el futuro campeón tomaría puntual revancha de esta ofensa.

En 1893 Lasker se trasladó a los Estados Unidos de América, con el objeto de participar en algunos torneos en ese país, cuna de grandes jugadores. Aparte, el austríaco Wilhelm Steinitz, a la sazón Campeón Mundial vigente, residía en New York, por lo que probablemente el fin último del alemán era el de entablar negociaciones con vistas a retarlo por el título.

Aparte de algunos matches preparatorios que ganó con claridad frente a fuertes maestros norteamericanos, se impuso en el Torneo de New york 1893, con el puntaje ideal (13 en 13) y superando entre otros a Showalter, Albin y un joven y ascendente Harry Nelson Pillsbury.

Steinitz – Lasker, 1894

Seguro de sus fuerzas, en ese mismo año lanzó su desafío a Steinitz por el Campeonato del Mundo. El campeón aceptó el reto y el match con el título en disputa se celebró en 1894 en las ciudades de New York, Filadelfia y Montreal (Canadá). Luego de un comienzo parejo, la edad un tanto avanzada y algunos problemas de salud de Steinitz hicieron mella en su juego y Lasker tomó el control, ganando claramente al cabo de diecinueve partidas (+10, -5, =4). Comenzaba así el reinado más largo de un campeón en la historia del ajedrez.

Luego de la victoria, sin embargo, algunos todavía consideraban que el nuevo campeón debía validar en grandes torneos lo que había conseguido en el match. Tarrasch, que se había convertido en su más acérrimo enemigo, llegó a decir que el nuevo campeón había derrotado a un hombre “viejo y enfermo”, para minimizar el logro de su compatriota.

Pero nada de esto preocupaba a Lasker, decidido a defender sus logros y continuar demostrando sus capacidades.

En Hastings 1895, el certamen más fuerte de la historia hasta ese momento, el campeón solamente pudo alcanzar el tercer puesto detrás de Pillsbury y Chigorin, no obstante haber luchado durante toda la competencia en los lugares de privilegio. Pero ese mismo año en San Petersburgo, ganó con dos puntos de ventaja un cuadrangular a seis vueltas, en el que jugaron Steinitz, Pillsbury y Chigorin; y al año siguiente, para confirmar su superioridad, triunfó en forma contundente en el gran torneo de Nuremberg de 1896.

Cuando en ese mismo 1896 Steinitz le pidió la revancha, el alemán de inmediato se la concedió. El match se jugó en Moscú y el campeón demolió sin atenuantes a su rival.

Lasker ha sido a menudo considerado como el jugador que introdujo la psicología y el pragmatismo en el ajedrez de alta competencia. Aparte de sus innegables dotes puramente ajedrecísticas, él jugaba considerando no solamente el estado de situación objetivo de la lucha sobre el tablero, sino que tomaba en cuenta otros factores, tales como las características del estilo de su ocasional adversario, la situación en la tabla de posiciones, si el rival estaba jugando un buen torneo o las cosas no le iban bien y todo otro tipo de circunstancias que pudieran afectar su psiquis durante el juego. Así, optaba por el “principio” de que la mejor jugada no es la que indican las particularidades objetivas sobre el tablero, sino la que más molesta al contrincante.

Caricatura de Einstein y Lasker

También prestó atención a cuestiones no atendidas por los jugadores de su época, pero que se revelaron como importantes y hasta fundamentales para el buen desempeño en una competencia: cómo prepararse para un torneo, cuándo viajar hacia donde se juega, de qué manera descansar, qué dieta mantener y otros asuntos relativos que hoy en día serían impensables ignorar en las competencias de la élite.

Luego de retener su título en 1896, Emanuel dejó el ajedrez durante un tiempo, para dedicarse a culminar sus estudios en matemáticas y en filosofía. Se graduó en 1900 y puede decirse que, al igual que en el ajedrez, supo destacarse en ambas disciplinas. En las matemáticas, por ejemplo, trabajó en el campo del “álgebra abstracta”, publicando trabajos de gran valor científico. Fue también amigo personal del genio Albert Einstein y un estudioso del desarrollo de su famosa “Teoría de la relatividad”.

Regresó a la práctica activa en 1899, aunque jugó muy poco en los años sucesivos. Eso sí, todas sus intervenciones en torneos lo tuvieron como triunfador, excepto en Cambridge-Springs 1904, donde compartió el  2°/3° lugar. Así, ganó en Londres 1899 (¡con 4,5 puntos de ventaja sobre Janowsky, Pillsbury, Maroczy, Schlechter, Chigorin, Steinitz y otros grandes!) y en París 1900 (aquí con dos puntos de diferencia).

En esa primera década del siglo, el alemán defendió exitosamente su título en cuatro ocasiones. En 1907 “aplastó” a Marshall en los EEUU (+8, -0, =7). Al año siguiente, en Munich, apabulló a su “enemigo” Tarrasch (+8, -3, =5) tomándose una amplia venganza por los denuestos hacia su persona del  “Maestro de Alemania”. En 1910, Carl Schlechter puso por primera vez en aprietos al campeón, en un encuentro que tuvo lugar en Viena y Berlín, que fue sumamente parejo y se definió a favor de Lasker en la última partida. Mucho más distendido fue para el alemán el siguiente encuentro con el título en juego, jugado a fines del mismo 1910, ya que vapuleó en Berlín al fuerte jugador polaco David Janowsky (+8, -0, =3).

Justo antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, tuvo tiempo el campeón de ganar en forma espectacular un torneo de súper élite: San Petersburgo 1914. En el mismo triunfó con medio punto de ventaja sobre Capablanca, dejando atrás nada menos que a Alekhine, Tarrasch, Marshall, Rubinstein, Nimzovich y otros.

Terminado el conflicto bélico, en 1920 tomaron forma las negociaciones con Capablanca para celebrar un match por el título. Desde bastante tiempo atrás, el cubano había tomado un vuelo propio de dimensiones excepcionales, lo que lo sindicaba como el candidato natural para desafiar al monarca. Se decidió celebrar la contienda en La Habana, Cuba. Sin embargo, poco después de cerrado el trato entre los representantes de los jugadores, de manera sorpresiva Lasker renunció a la lucha, indicando que resignaba su título sin jugar a favor de su rival. Capablanca, que de ninguna manera quería ser un campeón “de oficio”, insistió ante el alemán para que respetara lo pactado y el encuentro tuviera lugar, a lo que el alemán accedió finalmente, aunque dejando constancia de que, para su fuero íntimo, él ocuparía el lugar de “challenger” y no de campeón.

Capablanca y Lasker

El match tuvo lugar en 1921 y fue dominado claramente por el cubano. Pactado a 24 partidas, Lasker abandonó por motivos de salud luego de disputada la número 14, cuando el marcador favorecía a “Capa” (+4, =10).

A los 53 años de edad, Emanuel Lasker dejaba el cetro que había detentado durante más de veinte años, pero no dejaba el ajedrez ni los éxitos en el más alto nivel. Ganó en Marich-Ostrava en 1923 y en New York 1924 (en este último con una extraordinaria actuación, un punto y medio sobre Capablanca). Fue segundo en el famoso Torneo de Moscú 1925, postergando otra vez al campeón del mundo y a Tartakower, Marshall, Reti y otros.

El juego de este extraordinario ajedrecista se caracterizó por un estilo activo, de ataque, pleno de combinaciones sorprendentes, pero siempre en un contexto racional y para nada irreflexivo. Muchas veces experimentó aperturas o defensas inferiores, por el sólo hecho de alcanzar posiciones complejas y de lucha. Su comprensión de la lucha posicional fue, como no podí ser de otra manera, de alto nivel y uno de los pilares de su juego fue la fina elaboración de planes acordes a cada posición. En los finales, hay múltiples ejemplos de una técnica consumada, de una precisión excepcional.

Debe destacarse también la labor y los esfuerzos de este gran jugador por jerarquizar la labor del Gran Maestro de ajedrez, léase mejorar las condiciones económicas (cachet y premios) de los torneos importantes. En esto fue un adelantado a otro gran campeón que transitó los mismos caminos de reclamos muchos años después: el gran Bobby Fischer.

 

Terminado el Torneo de Moscú, Lasker dejó el ajedrez por un largo tiempo, para dedicarse a las actividades docentes en las otras disciplinas de su incumbencia. Algunos biógrafos e historiadores han  especulado que sus verdaderas pasiones eran la matemática y la filosofía, y que el ajedrez, para el que tenía un innato talento, era solamente una forma de ganarse la vida.

Al llegar los nazis al poder en su patria, en su condición de judío se vió obligado a huir, luego de que le fueran confiscados todos sus bienes. Encontró refugio en Inglaterra, pero sin medios para subsistir. Así fue que retornó una vez más al ajedrez, participando en el  Torneo de Zurich 1934, donde ya con 65 años realizó un excelente torneo, alcanzando la quinta posición (+9, -4, =2), ganando una partida por demás brillante (sacrificio de dama incluído) al futuro campeón Max Euwe y obteniendo buenas victorias sobre los muy fuertes Bernstein y Rosselli del Turco.

Poco después obtuvo el tercer puesto en Moscú 1935 (precediendo a Capablanca) e invitado por las autoridades, fijó su residencia en esa ciudad. En 1936 volvió a jugar el Torneo de Moscú, aunque alcanzó solamente la sexta ubicación. Su última aparición en certámenes de jerarquía internacional se dio ese mismo año en Notingham, donde ocupó una ubicación discreta, pero derrotó en sus encuentros individuales a Euwe, Winter y Bogoljubow. Ya tenía por entonces 67 años…

En 1938 el Dr. Lasker se trasladó a los Estados Unidos, donde pasó el resto de sus días, frecuentemente visitado por ajedrecistas que veían en él una infinita fuente de sabiduría.

Entre su legado, hay también una buena cantidad de obra escrita. De ajedrez se destacan su “El sentido común en ajedrez” (1895), “Curso de Ajedrez” (1908) y “Manual de Ajedrez” (1925). En el campo de la filosofía, escribió  entre otras, las obras “Lucha” (1907), “Historia del hombre” (1925) y “La comunidad del futuro” (1940).

Emanuel Lasker falleció en New York, el 11 de Enero de 1941.

Desde Ajedrez 12 rendimos un cálido homenaje a la memoria de este excepcional artista de nuestro querido juego.


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