Duchamp, arte y pasión

Nacido el 28 de Julio de 1887, Marcel Duchamp fue un talentoso, original y renovador pintor y escultor de fama internacional, de una apasionada relación con el ajedrez, al que dedicó buena parte de su intensa vida.

Por Horacio R. Olivera

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Desde muy temprana edad Duchamp , al influjo de sus dos hermanos mayores, dedicados ambos al arte, asistió a clases de dibujo.  Ya en 1902 pintó sus primeros óleos y, en años subsiguientes una serie de obras bajo la influencia de los famosos maestros Matisse y Cézanne. En 1910 expuso en París su pintura “La partida de ajedrez”, en la que aparecen sus hermanos concentrados en sus pensamientos ante un tablero. Fue esta la primera obra en la que uniera, de alguna manera, sus dos pasiones. Marcel había conocido el ajedrez pocos años antes, el juego lo había cautivado y pasó buena parte de su niñez jugando con su hermano Gastón durante horas y horas.

Como artista plástico, Duchamp marcó un hito con sus ideas renovadoras cuando no revolucionarias. El arte interpretado por la mente, en lugar de por la retina (arte retiniano) fue una de sus ideas centrales y lo llevó a la práctica en su pintura en 1911, cuando presentó “Retrato de jugadores de ajedrez”, obra que desea mostrar la actividad mental desplegada durante una partida; en la imagen no se aprecian cuerpos o rostros humanos definibles, sino una serie de figuras superpuestas de vigoroso efecto, logradas con sutil virtuosismo.

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Fuente

Excedería largamente los propósitos de este artículo el nombrar todos los logros, creaciones e innovaciones del genial francés en el campo de las artes plásticas, pero no debemos pasar por alto dos de los picos máximos de su talento: la obra de 1923 “El gran vidrio” que, realizada en pintura y alambre sobre vidrio, es considerada una de las obras más complejas de la historia del arte; tan es así que los historiadores del arte nunca se han puesto de acuerdo sobre el verdadero significado de la misma. La otra cumbre, esta vez en escultura, fue su calidad de pionero del arte ready-made o arte encontrado, que consiste en la combinación o disposición arbitraria de objetos de uso cotidiano, por ejemplo un urinario (tal como “La fuente” de 1917), una rueda de bicicleta o un perchero.

A la par de su trabajo en lo pictórico y escultórico, el ajedrez ocupo un lugar primordial en la vida de Duchamp. Fanático del juego, estudioso y entusiasta,  una muestra de su pasión por los trebejos es el siguiente fragmento de una carta escrita en Buenos Aires, ciudad donde vivió entre 1918 y 1919: “Juego día y noche y nada en el mundo me interesa más que encontrar la jugada correcta… Cada vez estoy menos interesado en la pintura. Todo a mi alrededor adopta la forma del rey o la reina y el mundo exterior sólo me interesa en cuanto se traduce en posiciones de ganancia o pérdida.»

Piezas-del-conjunto-original-de-Duchamp-de-1918También por esa época diseñó un hermoso juego, al que llamó “Buenos Aires”, en honor a la ciudad que lo cobijó durante casi un año.

A partir de 1923, Duchamp se convirtió en ajedrecista de tiempo completo, iniciando una carrera de jugador tanto en torneos nacionales como internacionales.

Una anécdota divertida, demostrativa de su casi obsesiva dependencia del juego es que poco después de casarse en 1927 con la hija de un millonario, Duchamp escapaba, durante las noches de su luna de miel tan luego, para jugar partidas rápidas en un club de ajedrez. Una mañana, después de una de esas noches de escapadas “furtivas”, se dirigió hasta el tablero en su habitación…sólo para comprobar que su esposa le había pegado las piezas al mismo! Esta original forma de protesta, sólo fue el prólogo del naufragio del matrimonio, ocurrido meses después cuando se divorciaron.

Marcel jugó repetidas veces el Campeonato de Francia, como así también en varios torneos internacionales, adquiriendo entre sus colegas fama de maestro bien preparado y de juego sólido. Asimismo, formó parte del equipo francés en las Olimpíadas de 1928 y 1930, capitaneado nada menos que por Alekhine. Justamente en la Olimpíada del ´30, en Hamburgo, ante una indisposición del futuro campeón mundial, debió enfrentar al gran jugador estadounidense Frank Marshall, logrando unas meritorias tablas.

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Duchamp durante su estadía en Buenos Aires

Durante su carrera, se enfrentó de igual a igual con muchos de los mejores jugadores de la época, logrando una buena victoria sobre Koltanowsky y tablas con Tartakower, OpocenskyZsnosko-Borovsky y las ya mencionadas con Marshall, entre otros.

No obstante y pese a ser evidentemente un jugador de buen nivel, él no logró convertirse en un “top” del ranking mundial, por lo que poco a poco fue mermando su participación en torneos, hasta abandonarlos definitivamente en 1933 (aunque siguió cercano al juego en un plano tanto más relajado como menos competitivo) y regresar a la plástica para continuar haciendo volar su imaginación y plasmar su talento en obras acaso discutibles para los clásicos, pero que siguieron marcando las historia del arte moderno.

Fue Marcel Duchamp un artista cabal en todo el sentido de la palabra, que buscó entender el ajedrez como un arte. El describió tres niveles artísticos en el juego. En primer lugar, la estética de las piezas y el tablero. luego la expresión emocional que surge del ajedrez y, por fin, el movimiento abstracto de las piezas a través del “espacio intelectual”. Es respecto a este último punto que queremos poner, como colofón de esta nota, un fragmento de una entrevista, que consideramos será de gran interés para quienes amamos el juego-ciencia.

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Ajedrez diseñado por el artista Max Ernst

“El juego de ajedrez es algo visual y plástico, y si no es geométrico en el sentido estático de la palabra, es mecánico, ya que se mueve, es un dibujo, es una realidad mecánica. Las piezas no son agradables en sí mismas, como tampoco lo es la forma del juego, pero lo que es hermoso es el movimiento. No se trata del movimiento mecánico de la forma, como podría ser por ejemplo, una obra de Calder. En el ajedrez, hay cosas muy hermosas en el dominio del movimiento, pero no en el dominio visual. Es la imaginación del movimiento lo que produce belleza. El ajedrez es mecánico en el sentido de que las piezas se mueven, interactúan, se destruyen entre sí, y están en constante movimiento. Y eso es lo que me atrae. Figuras de ajedrez colocadas en una posición pasiva no tienen demasiado atractivo visual o estético. Son los posibles movimientos que se pueden jugar en esa posición que hace que sea más o menos bella”


Compartimos en visor algunas de las partidas del genial artista francés. En el siguiente link pueden ver el resto  → http://bit.ly/2ahNhpk


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