La culminación del «Match del Siglo»

Rejkyavik, 1° de Setiembre de 1972. Ese día debía reanudarse la vigésimoprimera partida del match por el Campeonato del Mundo de ajedrez, que había sido suspendida el día anterior, en posición claramente favorable a las piezas negras que conducía el retador, Bobby Fischer, aunque la opinión general de los expertos era que quedaba aún lucha por delante para que se convirtiera en una victoria. Sin embargo su rival, el hasta ese momento Campeón Mundial, Boris Spassky, anunció telefónicamente durante la mañana al árbitro Lothar Schmidt, que abandonaba el juego y, por lo tanto, resignaba su título en favor del jugador estadounidense.

Por Horacio R. Olivera

 

fischer1972vEn verdad, el resultado del match ya estaba “puesto” desde hacía bastante tiempo. Promediando el mismo, Fischer había tomado una clara ventaja de tres puntos en el marcador,  que se estimaba indescontable, sobre todo para un Spassky abatido psicológicamente; el campeón había ganado solamente tres encuentros, ninguno de ellos merced a algún logro creativo de relieve sino todo lo contrario: la primera partida (cuya crónica publicáramos el 11 de Julio, ver link) la ganó merced a un grave error de su rival; la segunda, en un caso sin precedentes en competencias por un título mundial, la ganó por incomparecencia de Fischer; y el triunfo en la once se debió a un hallazgo de apertura fruto de la preparación teórica elaborada por su equipo. También había cometido errores garrafales, como el de la quinta y el de la decimocuarta partidas. Su juego, en general, no había tenido el nivel de un jugador de su gran categoría.

Fischer, en cambio, había jugado varias partidas con brillantez y prácticamente reguló el match a su antojo.  Su juego fue por momentos brillante y, además, demostró estar mucho mejor preparado que su rival en el aspecto teórico. Por otra parte, logró desde el principio imponer su impronta de “reclamo permanente” (por la luz, por el ruido, por las cámaras, por el público, por la silla, por el tablero…), con lo que, sin duda alguna, afectó la psiquis del Campeón; es probablemente por allí donde puede buscarse una de las probables explicaciones por la baja performance de Spassky.

Bobby-Fischer-v-Boris-Spa-001La partida número trece marcó el quiebre definitivo del match: con una desventaja de dos puntos, pero con la mitad del encuentro por delante (se jugaba a veinticuatro partidas) Spassky se encontraba evidentemente golpeado, pero aún no se lo veía derrotado. Abrió el juego con 1.e4; jugaron una defensa Alekhine en la que las blancas entregaron un peón por iniciativa en el flanco rey. Fischer se defendió con precisión, logró cambiar damas y poco a poco asumió la iniciativa, con una masa de peones que parecían imparables en el flanco dama. Pero Spassky demostró una extraordinaria habilidad e ingenio en la defensa y desplegó todo su arte para evitar la derrota; cuando estaba cerca de su objetivo en esta batalla de ribetes heroicos, cometió un error, producto seguramente del cansancio luego de tan tensa lucha, y debió abandonar algunas jugadas más tarde. Ver partida

La opinión general era que, a partir de ese momento, el match estaba terminado. Las siete partidas siguientes resultaron empatadas, si bien el Campeón intentó jugar a ganar. Al iniciar la partida número veintiuno, Fischer necesitaba solamente un punto más para alcanzar la victoria en el match. Dos tablas o una victoria. Jugó una Siciliana variante Paulsen, nuevamente sorprendió a su rival en la apertura y quedó mejor, aún con negras. Spassky sacrificó correctamente una calidad y obtuvo buenas chances de equilibrio, pero un error táctico posterior, que permitió al negro crear un peón torre libre, desmoronó su posición y, como vimos, prefirió resignar sin continuar la suspendida, luego de haber agotado los análisis con su equipo.

Mod-einvigi_10_halldor_18Así, Robert James “Bobby” Fischer se convertía en Campeón Mundial de ajedrez, rompiendo la hegemonía que los soviéticos detentaban desde hacía más de treinta años. Como es sabido, no volvió a jugar partidas oficiales a partir de ese momento, perdido para el ajedrez (al que seguramente hubiera podido dar mucho más) e inmerso desde allí en polémicas opiniones políticas, cuestiones pseudo religiosas y, quizá, acosado por graves problemas psíquicos.

Este encuentro, de connotaciones épicas sin igual, fue llamado y con razón “El match del Siglo”. Tuvo todos los ingredientes, ajedrecísticos y extra ajedrecísticos, para ser considerado como un acontecimiento inolvidable de la historia misma del ajedrez.

 


La partida 21, la última del match


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