Garry Kasparov, campeón mundial y Anatoly Karpov, su retador, se dan la mano e inician un match por el campeonato del mundo de ajedrez, con el título del primero en juego…otra vez!!
Por Horacio R. Olivera

Es el 12 de Octubre de 1987 y parece que fue ayer que los dos “monstruos sagrados” se han jugado a todo o nada en Leningrado en 1986, cuando por estrecho margen el así llamado “ogro de Bakú” retuvo la corona. O cuando la obtuvo ante el mismo Karpov en Moscú, en 1985. O cuando jugaron aquel maratónico, polémico y malogrado encuentro, también en la capital de Rusia, en 1984.
Pero no, ahora están sentados frente a frente una vez más en el Teatro Lope de Vega, en Sevilla, España, nuevamente para medir fuerzas en un combate que sin duda será tan titánico como todos los otros. En ninguno de los enfrentamientos precedentes ha habido una demostración clara y contundente de supremacía y, si bien Kasparov ha resultado siempre victorioso, Karpov demostró largamente que no por casualidad fue el campeón indiscutido durante diez años. Y ahora, como siempre, está dispuesto de nuevo a presentar batalla para recuperar el título que perdiera dos años atrás.
El match no defraudó y los jugadores casi no se dieron tregua durante los dos meses que duró el mismo. Karpov se mostró esta vez mejor preparado que su rival y comenzó dominando el encuentro, poniéndose en ventaja y desperdiciando algunas ocasiones para estirarla. Kasparov reaccionó y al llegar a casi la mitad del match, con el encuentro igualado en puntos (con dos victorias para cada uno y seis tablas), en la partida 11° Karpov cometió un error garrafal en posición superior, perdiendo una calidad y la partida. Sin embargo, el retador no cedió y ganó la partida 16°, sucediéndose a continuación varias tablas. La tensión iba en aumento y a falta de dos juegos estaban empatados.
Como, conforme el reglamento, el empate en puntos suponía que Kasparov retenía la corona, en el penúltimo juego, su último con blancas, Anatoly buscó el triunfo en una partida de lucha, que se aplazó después de la jugada 40 en una posición bloqueada y sumamente compleja, donde las blancas conservaban ventaja aunque no era claro el camino para transformarla en victoria. Tras la reanudación y en un feroz y mutuo apuro de tiempo, el campeón intentó forzar la posición mediante una combinación con entrega de una torre pero, con apenas segundos en el reloj, Karpov encontró una magistral refutación que le dio la victoria.
No había manera más excitante de concluir el match. A falta de una partida, el retador llevaba un punto de ventaja y le alcanzaba solamente con empatar para reconquistar el título. El mundo ajedrecístico esperaba con ansia y curiosidad cual sería la reacción del enorme e indisimulado ego del campeón, puesto ante la posibilidad de la derrota y la consiguiente pérdida del cetro.
Obligado a ganar, Kasparov optó, con blancas, por una tranquila apertura Reti (ver partida 24), demostrando que no saldría a matar o morir, sino que intentaría la victoria en una lucha de maniobras. El efecto psicológico surtió efecto, pues Karpov, bajo persistente presión, cayó en una mala posición y cometió algunos errores en el apuro de tiempo, suspendiendo la partida con peón de menos y en posición inferior, aunque aún no perdida. Los análisis confirmaron la superioridad de las blancas, aunque debía seguramente recorrerse un largo camino para imponerla. Pero en la reanudación Karpov, probablemente desmoralizado, no jugó las mejores y Kasparov logró alzarse con el triunfo, lo que le valió, cierto que no sin angustia, retener una vez más el título del mundo.
La rivalidad entre las dos “K” ha sido única. Sus matches (del cual el que comentamos no será el último…) mantuvieron en vilo a la comunidad ajedrecística, no solamente por las partidas disputadas, sino también por los jugosos entretelones que generaron caracteres tan distintos e intereses tan contrapuestos como los de ambos contendientes. Por lo demás y a no dudarlo, más allá de los errores lógicos en una justa de tanta responsabilidad, los juegos siempre fueron de alta calidad, dignos de estudio y pródigos en enseñanzas.
Match Kasparov – Karpov, Sevilla, 1987
Partida 23
Partida 24