Otra batalla emocionante en un match que, cualquiera sea el resultado final, quedará seguramente en el recuerdo de la afición ajedrecística. Otra buena performance del que no tenía chances según la gran mayoría de la prensa especializada y hoy lidera el match a falta de 3 rondas. Otra demostración de la fortaleza de Magnus, que hoy debía rendir un examen que excedía lo ajedrecístico y mostrarle al mundo que pudo recuperarse de la derrota más dolorosa de su carrera.

Todo comenzó otra vez con un alarde de preparación teoríca de ambos jugadores. En este caso, fue la variante Arkangelsk contra la apertura Ruy López, que Magnus escogió pero que ambos, jugando al toque hasta la jugada 20, demostraron conocer a la perfección. La posterior entrega de un peón por parte del noruego, potenció la actividad de sus piezas, debilitó la estructura del ruso y le alcanzó para equilibrar la posición. Difícil saber si Magnus eligió la variante para buscar desequilibrios o confiando en una igualdad que le permita salir a buscar igualar el match con piezas blancas. Lo que sí es un hecho es que el ruso se aferró a esa pequeña ventaja material

El medio juego fue la clara consecuencia de las estrategias de apertura. El ruso se aferró a su peón de más, mejoró sus piezas al mismo tiempo que Carlsen no encontraba un plan que aprovechara la debilidad de los peones del enroque blanco. Conservando una pequeña ventaja, Karjakin evitó una variante forzada de tablas, especulando con que el campeón comenzaba a experimentar problemas con el reloj y, sobre el control, agudizó abruptamente la lucha con un sacrificio de pieza. Magnus se defendió con precisión y, aunque debió devolver la pieza y entrar en un final con peón de menos, logró manejar la intensa presión, sostener la posición y alcanzar un empate que le permitirá buscar igualar el match con las piezas blancas.