Jaque a Drácula

Bram Stoker, de quién hoy se cumple un nuevo aniversario de su nacimento, fue el autor de la célebre novela Drácula, publicada en 1897 y llevada al cine y al teatro en una gran cantidad de representaciones. Conceptos del juego ciencia están, una vez más,presentes en este relato, donde los protagonistas se juegan almas humanas en una partida de ajedrez simbólica.

Por Sergio Negri

Abraham «Bram» Stoker (1847-1912) es el escritor irlandés que obtuvo definitivo reconocimiento por su novela Drácula, publicada en 1897, que fuera recreada una y otra vez en televisión, teatro y en recordadas expresiones de la cinematografía mundial.

La trama se transformará en todo un clásico, inspirada en un personaje real, aunque desde luego el autor hará correr buenas dosis de imaginación a la hora de concebir su relato, que se basa en el género epistolar.

Todo transcurre en Transilvania donde un conde local, que no puede ver la luz diurna, se nutre para mantener su existencia y su poder de la sangre de personas humanas.

Estamos en presencia de un vampiro y, más globalmente, en una narración en la que se abordará la eterna lucha entre el bien y el mal. En esta dualidad agonal, que tan bien refleja el ajedrez, el juego desde luego no habrá de estar ausente.

El capítulo 12 corresponde al registro del 18 de septiembre en el diario del doctor Seward, el administrador de un hospital psiquiátrico que terminará con Van Helsing, su viejo profesor (que será convocado para ayudarlo a desentrañar la madeja de los extraños sucesos), por descubrir que su amada Lucy está enferma al haber sido mordida por un vampiro.

Como nota al margen resulta notable señalar que esa figura, la del científico, esté inspirada en Gerard van Swieten, un médico holandés que llegó a trabajar para la emperatriz María Teresa I de Austria, quien le encargó los primeros estudios sobre vampiros. No todo es ficción, evidentemente.

Pero volvamos a la novela. Aquel día ambos caballeros, al concurrir a la recámara de la dama, la encuentran acostada, junto a su madre ya muerta. En el cuello desnudo de Lucy observan, una vez más, dos diminutas heridas que se presentan horriblemente blancas y magulladas. Una evidencia de que el conde ya se había encargado de hacer lo suyo.

Primera edición de Drácula
Primera edición de Drácula

La joven estaba moribunda, por lo que se hicieron desesperados intentos para que sobreviviera. En ese contexto, cuando una tenue luz de esperanza se habilitó, dijo Van Helsing: “¡La primera victoria es nuestra! ¡Jaque al rey!”. Un espejismo de victoria. La joven morirá. Para transformarse, a su vez, en una vampiresa que no trepidará en atacar a los niños, siempre por las noches.

El capítulo 19 corresponde a las anotaciones del 1º de octubre de Jonathan Harker. Se trata de otro de los personajes clave del relato. Es quien, con su viaje a Transilvania, desencadenará la trama; es quien descubre más tarde al conde cuando éste arriba a Londres; es quien personalmente abrirá el ataúd de Drácula, antes del atardecer, para proceder a cortar su garganta.

Por lo pronto, y más allá de esos otros sucesos, estamos frente a un grupo de personas que regresa a la escena, esa donde había comenzado todo.

Se lo verá entonces a Van Helsing, provisto de un manojo de llaves que le permitirán abrir el vestíbulo de la morada, en cuya oportunidad manifiesta que, al menos hasta ahora: “…nuestra noche ha tenido bastante éxito (…) Tenemos otras cuestiones ante nosotros, otros peligros, otros temores, y ese monstruo no ha utilizado su poder sobre el mundo animal por única o última vez esta noche. O sea que se ha ido a otra parte. ¡Bien! Esto nos ha dado la oportunidad de gritar ´jaque´ en esta partida de ajedrez en que nos jugamos almas humanas”.

Bela Lugosi y Boris Karloff, Drácula y Frankestein, en una legendaria imagen

Una partida de ajedrez en la que se ponen en juego almas humanas… Si bien no es nada nuevo, estamos en los terrenos de Drácula, por supuesto, al que el autor irlandés supo plantear que, en alguna que otra oportunidad, se lo podía poner en jaque.

Con todo, no nos privamos de extender el concepto. Podemos imaginar que ese caso, el de una partida de ajedrez en la que se ponen en juego almas humanas, puede verificarse en otros ámbitos. Incluso al interior de la consciencia de cada ajedrecista.

O en otros ámbitos, situaciones y geografías en las que, sólo al menos formalmente, las cosas se puedan presentar con características muy diferentes al clímax ficcional recreado en el brillante y a la vez oscuro relato de Stoker.

Jaque a Drácula
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