Taimanov: ajedrez y música

Ajedrecista de múltiples facetas, el aporte de Mark Taimanov a la teoría de las aperturas, sobre todo en la defensa Siciliana (y en la variante que lleva su nombre en particular) y en la defensa Nimzoindia, es un legado de permanente vigencia.  Jugador de primera línea desde los años ’50 hasta los ’70, su estilo activo y enjundioso le significó éxitos de real valía y un temprano reconocimiento internacional.


Por Horacio Olivera

 

Nacido en Jarkov, Ucrania, el 7 de Febrero de 1926, Mark Yevguénievich Taimánov desarrolló desde joven el estudio y la práctica de las dos pasiones que marcaron su vida: el ajedrez y la música.

Al tiempo que cursaba estudios superiores en el Conservatorio de Música de Leningrado, comenzó a jugar ajedrez a nivel magistral con buenos resultados, alcanzando la tercera colocación en el Campeonato Soviético de 1949. En 1950 obtuvo el título de Maestro Internacional y poco más tarde, en 1952, empató con su amigo y mentor Mikhail Botvinnik, el primer puesto en una nueva edición del campeonato, perdiendo por estrecho margen en el match desempate. Ese mismo año se le otorgó el título de Gran Maestro Internacional.

Instalado ya firmemente como jugador de élite, en 1953 demostró su categoría superior al alcanzar el sexto lugar en el famoso y excepcionalmente fuerte Torneo de Candidatos de Zurich, para unos pocos años más tarde, en constante progreso, alcanzar, por fin, el primer puesto del Campeonato de la URSS, en 1956.

Paralelamente, Mark ya destacaba ´también como un extraordinario pianista, realizando presentaciones en los mejores teatros de su patria. Ha pasado a la historia la ejecución, a dúo con su esposa, la también renombrada pianista Lyubok Bruk, del Concierto en Mi menor para dos pianos de Mozart, grabación que los críticos musicales consideran una de las cien mejores de todos los tiempos.



En los años ‘60 Taimanov fue un permanente animador de competencias de alto nivel por todo el mundo; reconocido como un jugador de estilo universal, activo y emprendedor, el momento cumbre de su carrera ajedrecística llegó en 1971, cuando alcanzó la quinta ubicación en el muy  exigente Torneo Interzonal de Palma de Mallorca, clasificando, tras una magnífica actuación, para los matches del Torneo Candidatura.

El sorteo para los encuentros decisivos determinó que en el primer turno debiera medir fuerzas con el norteamericano Robert Fischer, a la sazón el candidato número uno para convertirse en el desafiante al título mundial. Taimanov, al enterarse, comentó con sensatez: “no es mala suerte que me toque Fischer en el inicio pues, después de todo, si uno pretende convertirse en desafiante del campeón…tarde o temprano deberá enfrentar a Bobby”.

El match se presentó ya desde el comienzo desfavorable al soviético, quien terminó siendo vencido por el aplastante score de 6 a 0, resultado inusual e inédito en una confrontación de este nivel.

Semejante derrota fue un quiebre no solo en la carrera ajedrecística de Taimanov, sino también en su vida personal. Fue acusado en su país de no haberse esforzado en obstaculizar  el incontenible avance de Fischer y de poner poco menos que en ridículo, con tan catastrófico resultado,  a la poderosa maquinaria de ajedrez soviética. Y aunque Fischer siguió su marcha con otras atronadoras victorias sobre Larsen y Petrosian (demostrándose por tanto que no toda la culpa era de Taimanov, sino de la inconmensurable fuerza práctica del americano), Mark fue despojado de los privilegios que como Gran Maestro de Ajedrez gozaba en la Unión Soviética, estigmatizado y además, durante años no consiguió que se lo enviara a competir a torneos internacionales.

Deprimido, su juego entró en declive y, aunque con los años se repuso y se mantuvo activo hasta una edad bastante avanzada, nunca pudo retornar a los primerísimo planos del ajedrez mundial.

La obra ajedrecística de Mark Taimanov excede, con mucho, a esta derrota que marcara un antes y un después en su vida. Allí están, para demostrarlo, sus brillantes victorias sobre los mejores jugadores del mundo (reunidas en su excelente  libro “Taimanov, juegos selectos”), sus monografías sobre aperturas y los grandes aportes que realizó en sus especialidades: la Defensa Nimzoindia y, sobre todo, la variante Taimanov de la Defensa Siciliana, planteo que defendió con ahínco en el tablero y que aún se encuentra plenamente vigente, pese al paso del tiempo.

Falleció en San Petersburgo, el 28 de noviembre de 2016.

 


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