Dusseldorf, 1908. El Dr. Siegbert Tarrasch acaba de ingresar al lujoso hotel en el que los organizadores alemanes planean poner punto final a su enemistad con el Campeón del Mundo de ajedrez, el Dr. Emanuel Lasker, antes del inicio del match por el título que los enfrentará. Con su proverbial elegancia y altanería, Tarrasch cruza a paso vivo el lobby del hotel, dirigiéndose hacia donde divisa a Lasker, sentado en un cómodo sillón, fumando un puro. Se le acerca y sin mediar saludo ni cortesía alguna le espeta con voz vigorosa: “Ich habe nur zwei Wörter für Sie: Schach matt!”, retirándose de inmediato ante la azorada mirada del Campeón y los presentes.